Los Marinos - Candeleda

Nos cobraron 120€ por tres menus que estaban a 25€ cada uno. Cuando preguntamos al camarero porque nos cobraba eso por tres menús dijo que estaban allí para ganar dinero. NO VOLVEREMOS. Muy caro.

El menú de 25 euros, muy poca cantidad de comida y muy normal. El cuchifrito eran tres trozos pequeños y muy tostados

Los marinos lleva abierto desde que tengo uso de razón, y sin duda es un sitio donde te aseguras comer bien siempre. El ambiente es familiar, un bar restaurante donde los camareros te tratan siempre como si estuvieses en casa. La Comida jamás decepciona sobre todo porque el producto es de excelente calidad y el cochinillo frito sin duda es el mejor que he comido nunca. Siempre que paso por Candeleda es una para obligatoria. Además pudimos probar varios de sus postres, todos caseros, y estaban deliciosos! Especialmente la tarta de queso, una delicia, también nos trajeron un bizcocho de manzana casero que estaba para chuparse los dedos. Salimos encantandos como siempre

Recomendado, si quieres comer el mejor cochinillo frito te recomiendo, el personal muy amable y cercano, las vistas desde la terraza inmejorables a la sierra de Gredos, la comida en cantidad muy generosa, las patatas revolcones una delicia. El tiempo de espera mínimo. Es un bar de carretera pero está muy bien en relación calidad, cantidad, precio. Te ofrecen un menú y para cerrar con broche de oro una tarta de queso deliciosa, auténtica y con queso de la zona mmmm una delicia.

Local de carretera normal, oscuro interior, con dos terrazas: interior y exterior, con menú diario, pero si vas a comer el cochinillo, el mejor con mucho, de toda la comarca, su plato estrella y el ambiente que reina, te relajas y vas a lo que vas, a hacer honores a su fuente de cochinillo, servido con patatas fritas, no papas, de las de la tierra =naturales al 100% , se convierte en el mejor momento del día y para postre y como traca final, el dueño se pasa por todas las mesas del local, ofreciendo dulces y ahora en verano, bombones helados. Él es el alma del local, la guinda del pastel, y siempre sonriendo.