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Avaliação da contribuiçãoYo, para abrir mi apetito, probé las cabras. Mientras la sidra se desvanece en el cristal, disfruté de todo lo rico: las patatas y la sidra de fresquina. La rodaja de queso de cabra que comí después está a la altura de los mejores quesos de los Picos de Europa; no en vano Pelayo se ha dedicado a recoger lo mejor de nuestra tierra para llevarlo a Castellón. Luego me deleité con un buen plato de fabada (con su repetición correspondiente, bien mezclado con el compango, y la venganza para unir el pan en ese manjar rico y contundente). Por Dios, todavía se me hace agua la boca solo de pensarlo. No pude resistir media docena de cebollas rellenas (de las que estoy loco), su delicada textura, el sabroso relleno y esa salsita para mojar el pan mientras la sidra se derrama en el vaso. Y un metro de disparos para bajar el faro. Este fin de semana no se me escapa, volaré para seguir probando la variada gama de platos que ofrece esta sidrería: tengo tan claro como el rico semillero que tiene Vicente en los lagos de la sidrería.