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Avaliações
Avaliação da contribuiçãoMe atendieron muy bien, los mozos Alejandro y Bruno muy recomendables. La vista es impresionante, los aperitivos son muy buenos.
Habíamos venido a esta restaurante un par de ocasiones, varios años atrás. Atraídos por el viejo esplendor del hotel que lo alberga, entramos al gran espacio con el techo forrado de madera. La decadencia es evidente en la gotera que ha maltratado la madera en una parte. De la comida no quisiera ni hablar. Las chalupas poblanas, en las que es difícil fallar, chorreaban de aceite; las tortillas, nada delicadas; las salsas, escasas y picosas; el pollo, casi inexistente. El mole del plato principal ocultaba su falta de calidad en el picante. El mesero, despistado, nunca trajo pan o tortillas para el mole. El filete que también pedimos era de carne correosa, difícil de comer. Realmente, una decepción, pues no encontramos nada recuperable. Lo económico del menú niña debe ser sinónimo de mala calidad o preparación deficiente. Una entrada, dos platos fuertes y una jarra de agua de melón, poco menos de 400 pesos.
En este restaurante hay muchos aspectos a mejorar. El desayuno tiene poca variedad, los meseros son lentos y poco corteses y la limpieza de las mesas deja mucho que desear. Hay mejores opciones en la ciudad.
El ambiente es tranquilo, el servicio es bueno, el personal es amable, la comida es buena, el lugar es antiguo y lo hace único, solo me toco desayunar , pero en la carta mencionan que en la comida tratan de conservar los platillos que en su época se servían, eso debe ser otra buena experiencia. tiene estacionamiento que es el mismo del hotel.
Decorado el restaurante y el hotel como la época de oro del cine mexicano. Legado de las albercas de los años 30 y 40 del siglo XX en donde el jet set nacional pasaba sus días de asueto alejados de la ciudad. Conserva aun el sabor de los días en los que la única carretera hacia Veracruz descansaba en Tehuacán